Como su nombre lo dice, la carga mental es un peso invisible que se genera por el esfuerzo mental constante y deliberado que llevan a cabo las personas al ser las responsables de que todo fluya en casa. Por lo general, quien suele llevarla es el miembro de la pareja que se preocupa de que todo funcione adecuadamente. Esto no implica que no haya una repartición de tareas entre las parejas, sino que la responsabilidad de coordinar y estar pendiente de las necesidades del día a día recae, normalmente, sobre la mujer.
Frente a esta situación, P&G ha desarrollado junto a Proximity Madrid el proyecto social #DescargaMental, bajo el cual ha llevado a cabo un estudio en el que se han entrevistado a más de 2.400 personas, hombres y mujeres viviendo en pareja con y sin hijos de entre 25 y 49 años, dentro de toda la geografía española, abordando el tema de las responsabilidades en el hogar desde lo cotidiano.
Además de la investigación, P&G realizó un experimento para hacer visible esta problemática, en el que les pidió a cinco parejas con diferentes perfiles que pasaran sus listados de tareas mentales a la aplicación de notas del móvil. Después, cada pareja intercambió su teléfono y leyó en voz alta el listado de notas del otro. Mientras que los hombres tenían notas relacionadas con su trabajo y centradas en cuestiones personales, las mujeres no solo tenían mayor cantidad de deberes, sino que la mayoría estaban íntimamente ligados al entorno doméstico, evidenciando así la desigualdad de cargas de unos y otros.
Procter & Gamble publica como resultado de esta encuesta unos datos muy reveladores:
En España, 3 de cada 4 mujeres sufre carga mental, aunque un 40% de ellas desconoce el concepto y el 45% nunca ha hablado de con nadie de este asunto. A estas cifras le sumamos que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), afirmaba que los hombres dedican 105 minutos menos al día que las mujeres a las tareas domésticas y los cuidados familiares en España. Así, mientras que ellas pasan cuatro horas y media al día realizando estas actividades, ellos sólo las llevan a cabo durante poco más de dos.
No se trata de ayudar en casa, ni siquiera de hacer lo que nos piden, la responsabilidad que conlleva la carga mental es una lacra invisible que genera estrés, ansiedad y es la base de muchos conflictos de pareja.
Me contaban recientemente que ante la pregunta ¿en qué quieres que te ayude? O ¿qué quieres que haga? la fustración aumentaba considerablemente.
Recientemente el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo edito el trabajo de Olga Sebastián García y María Ángeles del Hoyo Delgado:
En este documento se explica entre otras cosas como cualquier trabajador tiene que poner en funcionamiento mecanismos o procesos tanto físicos como mentales que determinan la carga de trabajo o “el conjunto de requerimientos psicofísicos a los que se somete al trabajador a lo largo de su jornada laboral”.
Lo que es lo mismo el nivel de actividad mental o de esfuerzo intelectual necesario para desarrollar el trabajo. Aunque el texto se centra en la carga mental, no debemos olvidar la carga del trabajo físico.
La primera se da especialmente en las tareas creativas y organizativas, la segunda, que también se ve afectada en alguna medida por la primera, en los trabajos ya organizados.
La corresponsabilidad es un término vacío de contenido sino somos capaces de repartir la carga mental y logramos que expresiones como en casa “ella es la jefa” no impliquen la asunción única de esta parte del trabajo del hogar. Eso pasa por aprender a aceptar que no siempre las cosas estarán como querríamos.